Un arquitecto para tu reforma – Introducción

Maldita reforma
Esta entrada es la parte [part not set] de 3 de la serie Cómo te puede ayudar un arquitecto en una reforma
Necesito ayuda con esta reforma....
Necesito ayuda con esta reforma….

Vale, te has planteado o te estás planteando reformar tu vivienda. Es una idea genial, hay mucha ilusión puesta en esa decisión, mucha esperanza en el resultado final… a fin de cuentas es tu casa…. pero, ¿sabes?, te enfrentas a todo un reto…. Al principio puede que todo sean dudas: ¿Cómo empiezo? ¿Cómo gestiono todo lo que se me viene encima -que es no es poco-? ¿Merece la pena? ¿Necesito de verdad hacerlo? ¿Quedará bien? ¿Acertaré en el diseño? ¿Tendré suerte con la empresa o empresas constructoras que contrate? ¿Cuánto me va a costar? ¿Quién puede ayudarme? ¿Es más… hay alguien que pueda hacerlo?

Empiezo con este post una serie de artículos en los que iré comentando cuáles son las ventajas que puede ofrecerte contratar a un arquitecto y en qué puede éste ayudarte a la hora de realizar una reforma en tu vivienda (aunque lo que iremos viendo es, en general, aplicable también a otras atuaciones, como puede ser un local comercial, por ejemplo). Hay casos en los que la legislación actual (fundamentalmente la Ley de Ordenación de la Edificación, aunque también entran en juego otras regulaciones) exige que exista un proyecto redactado por un arquitecto, y una dirección facultativa -habitualmente formada por un arquitecto como director de obra más un arquitecto técnico (o aparejador) como director de ejecución-. Veremos más adelante cuáles son esos casos. Pero lo que va a ir apareciendo en esta serie es aplicable también a aquellas reformas que no precisen -al menos por ley- de un proyecto firmado y visado, las que se conocen habitualmente como «obra menor». Evidentemente, no nos vamos a referir a operaciones que consistan exclusivamente en cambiar unos azulejos, o en sustituir unos sanitarios, o en pintar un salón…. Vamos a hablar de actuaciones un poco más complejas (o mucho), que abarquen desde un sencillo cambio de distribución de los espacios de la vivienda hasta una reforma integral, o una ampliación, por ejemplo.

Ya he mencionado anteriormente en este blog que en muchas ocasiones se percibe la figura del arquitecto con connotaciones claramente negativas. Una de ellas es entender que hay que contratarle y pagarle como si de un impuesto o tasa municipal más se tratara a la hora de acometer una obra. En consecuencia, siempre que se pueda, hay que evitar la figura del arquitecto a toda costa, y, si la reforma entra dentro del concepto de «obra menor» -y en ocasiones a pesar de que no entre-, en el pensamiento colectivo está profundamente enraizada la idea de que no hay por qué contar con sus servicios… es más, es mejor no hacerlo (te evitas problemas, ahorras dinero…) . Nuestra opinión es la contraria -obviamente por interés profesional, claro, pero, sinceramente, también porque hemos visto a muchas personas meterse en «berenjenales» tremendos sin un asesoramiento adecuado y, finalmente, pasarlo francamente mal, o, simplemente, obtener unos resultados muy por debajo de sus expectativas. Creemos firmemente que contar con los servicios profesionales de un arquitecto evita problemas e incluso puede suponer un ahorro.

Por ello, en esta serie voy a tratar de explicar todo lo que un arquitecto te puede aportar a la hora de reformar tu vivienda (vale, contarlo «todo» es imposible, dejémoslo en «gran parte»). Dicho de otra manera, intentaré enumerar los servicios que puede ofrecerte un arquitecto en esa situación, qué ventajas -y son muchas- supone contar con él.  De esa manera, además, resultará más sencillo entender qué honorarios percibe y en concepto de qué los percibe, así como por qué te merece la pena realizar ese desembolso.

Una última puntualización: el conjunto de servicios que te ofrece el arquitecto serán aquellos que tú le solicites. Te puede ayudar en un aspecto, en dos, en diez, o en todos los que comentaremos en la serie. Dependerá de lo que acuerdes con él -y cobrará en consecuencia, claro-.

Por tanto… permanezcan atentos a este blog…. Seguiremos con la serie pronto :).

La Arquitectura, según Lina Bo Bardi

Lina Bo Bardi
Lina Bo Bardi
Lina Bo Bardi

Architecture is created, ‘invented anew,’ by each man who attempts her, who roams her space, climbs a stair, rests on a balustrade, lifts his head to look, open, close a door, who sits down or gets up and makes intimate contact with – and at the same time create ‘forms’ in – the space […] This intimate, fiery, contact, that which was perceived by man at the beginning, is today forgotten. Routine and communal places made man forget the natural beauty of “moving in space,” of his conscious movement, of those little gestures…

(La Arquitectura es creada, «inventada de nuevo», por cada hombre que la prueba, que deambula en su espacio, sube una escalera, se apoya en una balaustrada, levanta su cabeza para mirar, abre, cierra una puerta, que se sienta o se levanta y entra íntimamente en contacto con -y al mismo tiempo crea ‘formas’ en- el espacio […] Este contacto íntimo, intenso, que fue percibido por el hombre en un principio, se ha olvidado hoy. La rutina  y los lugares comunes han hecho que el hombre olvide la belleza natural de «moverse en el espacio», de su movimiento consciente, de esos pequeños gestos…)

(Lina Bo Bardi, leído en Archdaily)

Nos guste más o menos la arquitectura de Lina Bo Bardi, esta cita resulta hermosa por su pasión, por el amor que muestra hacia la Arquitectura, hacia su creación y recreación en cada proyecto, en cada edificio, en cada momento en que alguien se mueve por el espacio generado gracias a ella. La reflexión sobre cómo el propio movimiento en el espacio es, en sí mismo, generador o creador de formas, espacio y arquitectura muestra -e invita a- una inusual profundidad en la concepción misma de qué es o qué constituye la Arquitectura. Y la Arquitectura, entendida como arte, crece, como las demás artes, cuando piensa sobre sí misma.

Contratar a la baja (temeraria)

Contratar a la baja

Contratar a la bajaA raíz de un interesante post que he leído esta semana, titulado «Contratar hasta no poder más«, hacía yo un comentario que me gustaría desarrollar también en este blog. El tema de partida es el follón que se ha montado con Sacyr en Panamá (enlazo a una noticia de hoy mismo, porque hay cientos de ellas sobre el problema que se ha generado), pero en el post se hace una reflexión interesante sobre el hecho de que las obras del sector público se contratan siempre a la baja…. pero MUY a la baja. Y de hecho, el criterio económico al contratar prima, en los pliegos de las licitaciones, quedando MUY por encima de los criterios técnicos. Y eso es un problema, por razones que deberían ser -aunque no parecen serlo para todo el mundo- evidentes.

En primer lugar: si un proyecto se ha redactado estableciendo un determinado presupuesto, es evidente que la cifra exacta no coincidirá con lo que oferten las distintas contratas que concursen. Pero lo lógico es que se muevan en un entorno de esa cifra, porque, en teoría (y en la práctica es así en un 99% de los casos, o, al menos, eso quiero pensar) los técnicos que han elaborado el proyecto han tratado de ser lo más objetivos posibles y establecer unos precios de mercado razonables para las distintas partidas. Desde luego, así lo hemos hecho en nuestro caso siempre, y así lo han hecho los técnicos que conocemos que hayan realizado proyectos para las administraciones. Es obvio, también, que el establecimiento de precios dista (mucho) de ser una ciencia exacta, pero las cifras globales deberían ser suficientemente aproximadas. ¿Qué es lo que debería permitir a una empresa bajar los precios? Pues su competitividad, su red de proveedores, su gestión de costes…. Todo ello dentro de un margen razonable. Entendiendo esto, contratar, como ha sucedido en alguna ocasión, con un 60% de baja no es razonable. No me lo parece ni un 30% tampoco. Si se puede ejecutar la obra con esas bajas es que los técnicos han fallado por mucho. En realidad, cuando se licita una obra así, todo el mundo sabe que no es posible acabarla con ese dinero. Y cuando digo todo el mundo, me refiero, como mínimo, a la propia empresa constructora, a los técnicos, y a la propia administración. Las empresas confían en evitar las pérdidas (que es lo que tendrían si acabasen la obra tal como la han ofertado) con modificados de proyecto, revisiones, presiones, paralizaciones, liquidaciones…. maniobras varias, permitidas (en general) por la ley, asumidas y permitidas por la propia administración, archiconocidas por las empresas, y sufridas en mayor o menor medida según el carácter y la profesionalidad de cada uno, por los técnicos.

Es, por tanto, un sistema que favorece este juego de mentir para luego «dar el palo». Favorece también que las obras se ejecuten por las empresas yendo a «mínimos», porque no tienen margen de maniobra, lo cual, implícitamente, supone una necesidad de un control casi policial -en vez de exclusivamente técnico y económico- por parte de la dirección de obra porque la presunción de la buena fe se pierde.

A ver: traslademos esto al sector de las obras pequeñas, de particulares o pequeños promotores. ¿Verdad que parece mala idea que se contrate la obra a la opción más barata sin más consideraciones? ¿No nos hace sospechar alguien que está un 35% más barato de lo que parece razonable? En esos casos, se advierte al cliente, salvo que se tengan muy buenas referencias de la empresa en cuestión, o que ésta de una explicación detallada de esa bajada de precio, del riesgo de que, a mitad de obra, o bien le «den el palo» en lo económico o, peor aún, de que le dejen la obra a mitad y «salgan corriendo» dejando los trabajos sin realizar, por la sencilla razón de que la empresa no puede en realidad asumir los gastos en que incurre. Quien va a contratar, debe, por tanto, sopesar muy bien semejante decisión.

Pues este mismo riesgo existe en las grandes obras licitadas por concurso, sólo que parece que en este caso, cuando el cliente es la administración, parece que el engaño no es algo tan serio, puesto que no se «tima» a una persona en concreto. Es algo muy español, todo sea dicho: el dinero de todos no es de nadie…. algo que resulta falso porque el dinero sigue siendo de todos. Y expoliar a una administración (desde dentro o desde fuera) es -moralmente-robar a millones de ciudadanos.

No me resisto a citar, desde el artículo que indicaba al principio, la carta del Marqués de Vauban al ministro de Luis XIV, Marqués de Louvois, que resume muy bien la filosofía que impera, y la que debería imperar -el resaltado es nuestro-:

“Monseñor:

… Hay algunos trabajos en los últimos años que no han terminado y que no se terminarán, y todo eso, Monseñor, por la confusión que causan las frecuentes rebajas que se hacen en sus obras, lo que no sirve más que a atraer como contratistas a los miserables, pillos o ignorantes, y ahuyentar a aquellos que son capaces de conducir una empresa, yo digo más, y es que ellos retrasan y encarecen considerablemente las obras porque esas rebajas y economías tan buscadas son imaginarias y lo que un contratista que pierde hace lo mismo que un náufrago que se ahoga, agarrarse a todo lo que puede; y agarrarse a todo, en el oficio de contratista, es no pagar a los suministradores, dar salarios bajos, tener peores obreros, engañar sobre todas las cosas y siempre pedir misericordia contra esto y aquello.
De ahí bastante, Monseñor, para hacerle ver la imperfección de esa conducta; abandónela pues, y, en nombre de Dios, restablezca la buena fe; encargar las obras a un contratista que cumpla con su deber será siempre la solución más barata que podréis encontrar.”

Es más, la voy a tener siempre disponible para enseñársela a nuestros clientes. Incluso a nuestros clientes potenciales…. porque lo mismo vale para contratar una obra que un proyecto que algunos otros miles de cosas.

Cuándo introducir cambios en el diseño (según Frank Lloyd Wright)

Frank Lloyd Wright
Frank Lloyd Wright
Frank Lloyd Wright

You can use an eraser on the drafting table or a sledge hammer on the construction site.

(Puedes usar una goma de borrar en la mesa de dibujo o un mazo en la obra)

Una frase genial del gran Frank Lloyd Wright

Pues es un consejo brutalmente bueno para cualquier arquitecto o, en general, cualquier persona que se dedique al diseño. Pero, además, yo he usado esta frase también para explicar también a los clientes que el momento de cambiar cosas y de tomar decisiones es durante el proceso de proyecto (o de diseño). Cuanto más se piense el diseño, más se detallen las cosas, más se especifique cómo se quieren, mejor, porque en obra se producirán menos errores, improvisaciones, cambios de urgencia o incluso, como advertía Wright, demoliciones. Y es que un proyecto realizado con calma, concienzudamente, deviene en una ejecución más económica, y hasta más saludable para todas las partes implicadas -arquitecto, arquitecto técnico, cliente, constructor….-, porque se reducen las taquicardias, el estrés, el volumen que alcanza la voz de los intervinientes, etc.

En serio: cambiar el sentido de giro de una puerta puede conllevar tener que mover una escalera. Esto es relativamente sencillo en los primeros esquemas de diseño. Se complica cuando los planos ya son más detallados. Es una faena cuando se ha calculado la estructura y se han obtenido los planos correspondientes, además de haber justificado otras cien cosas al respecto de esa puerta y esa escalera en concreto. Se convierte en un despropósito si ya se ha obtenido la licencia. Y alcanza el absurdo más absoluto cuando ya se ha hormigonado la escalera (no digamos ya si se ha ejecutado el peldañeado).  Y recordemos que todo era por abrir en un sentido o en otro, o abrir «a derechas» en vez de  «a izquierdas».

En resumen: el gran Wright tenía toda la razón del mundo.

Carta de un arquitecto a los Reyes Magos

La Adoración de los Magos. Diego Velázquez, via Wikimedia Commons

Queridos Reyes Magos:

La Adoración de los Magos. Carta de un arquitecto a los Reyes Magos
La Adoración de los Magos. Diego Velázquez, via Wikimedia Commons

No es ésta una carta en la que vaya a pedir cosas personales, para mi sólo (aunque evidentemente son cosas que me afectan). Esa otra carta la escribiré luego, en casa, con papel y boli, junto a mi mujer e hijos. Aquí voy a poneros algunos deseos que incumben a muchos arquitectos más, y a arquitectos técnicos / ingenieros de la edificación y, en segundas y terceras derivadas, a muchísima gente más… casi a toda la sociedad española, diría yo, aunque tampoco quiero pasarme.

Lo normal es empezar diciendo si nos hemos portado bien o no… ¿verdad? Pues este año los arquitectos casi ni nos hemos portado, ni bien ni mal, vamos. Se nos ha visto poco el pelo. Aunque algunos nos sigan mirando regular. Pero dentro de ese «perfil bajo» que hemos tenido este año, creo que, en lineas generales, el conjunto de la profesión está formado por gente honrada, trabajadora, y que busca ganarse el pan con el sudor de su frente, exprimiendo sus neuronas y dedicando su tiempo a un oficio bello, sin duda, que nos gusta, sin duda, pero que requiere, como todo en esta vida, esfuerzo, preparación, vocación, dedicación y estrujarse mucho las neuronas, dejándonos las conexiones sinápticas por cada cliente, por cada trabajo, en cada croquis, en cada cálculo, en cada justificación de cada apartado de cada sección del CTE. ¿Que si hay excepciones a esta forma de trabajar entre mis colegas? Pues seguro que debe haberlas. Pero son una minoría -al menos entre los arquitectos que yo conozco no hay ninguno que no viva así esta profesión, en mayor o menor medida-.

Dicho esto, en primer lugar me permito pediros que no dejéis que el Gobierno apruebe la LSCP tal como la han planteado. Es un disparate. Dicen que hay que eliminar unas «reservas de actividad», que es tanto como decir que a ver por qué la medicina tienen que ejercerla los médicos. Y digo yo: pues porque es lo lógico… .¿no? Que es verdad que un veterinario sabe de anatomía, pero no por eso va a ser buena idea que opere a una persona de un tumor en el estómago. A mí me parece obvio, pero se ve que hay quien no lo tiene tan claro. Y no es manía mía hacia los ingenieros, ¿eh? Que son profesionales como la copa de un pino. He trabajado con unos cuantos y saben la tira de lo suyo y se han ganado lo que me han cobrado o lo que han cobrado al cliente, según los casos. Y los arquitectos necesitamos muchísimas veces su ayuda. Pero no es cuestión de dejar que todos puedan hacer todo, ¿no? Vaya, ni siquiera un cardiólogo se metería a hacer una operación de neurocirujía, por muy médico que sea. Si es que lo de quitar esas «reservas de actividad» no se sostiene, por la sencilla razón de que son lógicas.

Aunque ya sé que lo tenéis difícil para mi segundo deseo, ahí va: me gustaría que volvieran los honorarios mínimos. Por varias cosas. En primer lugar, porque esto de la guerra de los honorarios se ha ido de las manos. Hay quien trabaja por debajo de coste. Y eso supone que no va a poder ofrecer en ningún caso un servicio adecuado al cliente. El trabajo será, cuando menos, mediocre. Y es que, además, esos honorarios no dan para pagar el seguro obligatorio de responsabilidad civil, la mutualidad o seguridad social, el IRPF correspondiente, el IVA, etc. Y eso, si me permitís daros mi opinión, es malo para toda la sociedad, y no sólo para el cliente concreto. En Alemania, que para muchas cosas son tremendamente inteligentes, tienen honorarios mínimos para ingenieros y arquitectos. No debe ser mala idea. Ni debe ser tan «anticompetitivo» como nos dijeron cuando se suprimieron en España. Ya hay una petición pública circulando para solicitar la vuelta de los honorarios mínimos. Pero yo lo pongo en esta carta, que me fío de vosotros.

También quiero pediros que inspiréis un poquito a los representantes de los arquitectos para que sepan explicar bien a la sociedad en general, y a los poderes públicos también, cuál es el sentido de la figura del arquitecto. No quiero enrollarme demasiado, pero durante bastante tiempo han estado (quizá toda la profesión ha estado) en su mundo arquitectónico, sin mirar hacia afuera. Y eso no es bueno. Seguro que ahora lo están intentando más que nunca, y por eso os pido que les echéis un cable.

Hay otra cuestión particular que me preocupa y que quiero pediros. Tampoco es exactamente para mi, pero, como he dicho al principio, me afecta también, y puede que en un futuro me afecte más aún. Sabéis a lo que me refiero, y es una filia/fobia muy personal en el ejercicio de mi profesión: es el tema de la accesibilidad. Vale, es verdad que hay normativa sobre eso. Pero se la saltan a la torera cada dos por tres. Hace poco leí a Antonio Corbalán Pinar explicando muy bien por qué es importante no hacer la vista gorda. Y últimamente me encuentro con mucha gente que se muestra bastante indiferente hacia las necesidades de accesibilidad de otras personas. Supongo que es un trabajo que hay que ir haciendo durante muchos años: concienciar a la sociedad. Ojalá incluso se llegue a generalizar la idea -relativamente reciente- de la necesidad de una accesibilidad cognitiva, y que cunda el ejemplo de ciudades como Pamplona, que ha puesto pictogramas en muchos sitios públicos, y también en sus iglesias, para mejorar la accesibilidad para las personas con autismo. Creo que los arquitectos tenemos mucho que aprender, pero también mucho que aportar, en este terreno.

Hay más cosas que quiero pediros, claro. Unas son difíciles y otras imposibles. Pero por eso os escribo esta carta a vosotros, claro. Entre esas otras cosas: que se reactive un poco el trabajo para toda la profesión, que hay muchos arquitectos que lo está pasando bastante mal (además, esto ayudaría también a muchos otros oficios, profesiones y empresas, ¿eh?); que en general se valore más el trabajo intelectual y, por qué no decirlo, el creativo; que consigamos entre todos eliminar cierta visión estereotipada del arquitecto como un personaje prepotente y, además, forrado hasta las trancas -muchas veces de forma injusta o, incluso, ilegal-; también que los arquitectos, como colectivo, nos apeemos del burro y pisemos tierra, para trabajar entre todos por todo lo que he dicho antes…. En fin, tantas y tantas cosas….

Como vosotros sabéis mucho más que yo, traednos lo que sea necesario (pero pensad en lo que os escrito, por favor). Muchos abrazos y dadle un beso al niño Jesús de nuestra parte.

Lo preocupante del plagio, según Nikola Tesla

Nikola Tesla - Plagio
Nikola Tesla

I don’t care that they stole my idea… I care that they don’t have any of their own.
(No me preocupa que me hayan robado mi idea… Me preocupa que ellos no tengan ninguna.)

(Nikola Tesla)

Visto en la página de Chris Cureton

Pues el bueno de Nikola Tesla tenía parte de razón. Probablemente no es la actitud que nos sale a quienes nos movemos en cualquier campo del diseño. El plagio es (y así lo sentimos) un robo, evidentemente. Pero claro, si alguien te roba la idea es porque no es capaz de concebir una suya que sea igual o mejor. Eso podríamos tomarlo en cierta medida como un halago, pero también debería ser preocupante para el cliente que «compra» esa idea fruto de un plagio, es decir, robada. Y esto también debería hacer reflexionar a quien se atribuye ideas (diseños, proyectos, imágenes, libros, hasta artículos científicos) que no son suyas.

No hace mucho comentábamos una famosa cita de Pablo Picasso y allí tratábamos de diferenciar el hecho de «hacer tuya» una idea de otro, es decir, incorporarla a tu pensamiento o a tu trabajo, frente al mero plagio, consistente en atribuirte el mérito del esfuerzo de otro. No sé cuáles son vuestras experiencias con respecto a que te roben ideas (bienvenido será cualquier comentario). A mí me ha pasado y es, cuando menos, frustrante ver tu trabajo ejecutado, publicitado o publicado con la firma de otro, en ocasiones incluso con el conocimiento de quien te ha realizado el encargo.

El esfuerzo invertido en el diseño (del tipo que sea, da igual que hablemos de un proyecto -o anteproyecto- arquitectónico que de un logotipo, un cartel, un mueble…) no está bien valorado. Es trabajo, digámoslo así, «intelectual», y eso no «pesa», no tiene materialidad, excepto por el soporte en el que se presenta al cliente. Dicho de otro modo, no es el objeto final, que, en suma, es lo que interesa. Las ideas no tienen precio, y aquí me refiero, precisamente, a que en muchas ocasiones los clientes no son capaces de asignar un valor económico al esfuerzo invertido.

A veces el plagio es indemostrable. Otras veces, simplemente, no merece la pena -por muchas y diversas razones- el esfuerzo de «pelear» por probar tu autoría. Pero, efectivamente, como decía Tesla, lo preocupante es que quien nos ha plagiado carecía de algo mejor que presentar.

Camas de… ¡cartón!

Hay camas realizadas con madera, con metal, con cristal, con piel…. pero también hay ejemplos construidos con cartón. Sí, con cartón corriente -más o menos, vamos-. Es una opción, ¿por qué no? (bueno, se nos pueden ocurrir algunas razones por las que podría no ser buena idea del todo, y varias de ellas incluyen el agua en el razonamiento). Pero hay quien ha diseñado y fabrica camas con cartón, y están a la venta. Vamos a ver unos cuantos ejemplos. Sigue leyendo

Pablo Picasso

Pablo Picasso
Pablo Picasso

Los buenos artistas copian.

Los grandes artistas roban.

 

 

 

(Una archiconocida frase del gran Pablo Picasso)

Intuyo que Picasso no estaba invitando al plagio ni fomentándolo. Se trata de otra cosa. Un artista puede copiar a otro (su estilo, las formas, los colores, las técnicas, los motivos o temas….). Pero realmente no hace «suya» la obra, sino que la convierte en una imitación. El gran artista se «apropia» de los conceptos, de las ideas, no en el sentido de afirmar su autoría sobre algo realizado por otro artista -eso es plagiar, obviamente-, sino en el de incorporar a su forma de trabajar (a su estilo, si se quiere, o a su concepto de obra de arte), las ideas, pensamientos y conceptos de otro artista.

Por qué la certificación energética no va a servir para nada

Certificación Energética: GBueno, para nada no…. servirá para alquilar o vender una vivienda o local. Pero lo cierto es que a veces ni para eso es necesaria, porque en algunas operaciones de compraventa y en muchas de arrendamiento, la parte compradora o arrendataria está firmando exenciones de la obligación de presentar la certificación energética por parte del vendedor o arrendador, según el caso. Y en las inmobiliarias y en las notarías, con ese documento de exención, se realiza la operación sin mayor problema. Parece lógico pensar que la parte que está incumpliendo su obligación (el vendedor o arrendador) realmente no queda eximido de su obligación legal de poseer el certificado, pero a efectos prácticos….  ¿quién se lo va a solicitar, al menos por ahora? Sigue leyendo

Conspiración vs incompetencia

Napoleón Bonaparte
Nunca debe atribuirse a la conspiración lo que bien podría explicarse por la incompetencia

(atribuido a Napoleón Bonaparte)

Leído en…

Harford, Tim. 2008. El economista camuflado: la economía de las pequeñas cosas. Madrid: Temas de Hoy.

Lo cierto es que seguramente Napoleón se refería a política o a estrategia militar, vaya usted a saber. Pero es aplicable en casi cualquier ámbito, ¿verdad? Se me ocurren cosas como fallos en las obras, falta de accesibilidad en tantos y tantos espacios -públicos y privados-, diseños -gráficos, arquitectónicos, de objetos cotidianos, de mobiliario,…- manifiestamente mejorables, empresas que funcionan mal… la lista no tendría fin. Muchas veces buscamos explicaciones rebuscadas para estos problemas (alguna «conspiración» entre varios de los agentes implicados) cuando la incompetencia por sí sola los ha generado.