Pues se puede decir más alto, pero no mucho más claro, ¿verdad? Da la sensación, sin embargo, de que en España, culturalmente, esto no está demasiado bien asumido. En general, todo el mundo tiene claro que no hay que «jugársela» con cosas como los medicamentos o la comida, por ejemplo, y que es lógico pagar un precio -evidentemente dentro de lo razonable- por ellas. El riesgo de encontrarte con problemas serios es alto. Sin embargo, cuando hablamos de proyectar una vivienda o una reforma de la misma…. bien, eso parece ser harina de otro costal. Eso de pagar unos honorarios por que te diseñen bien tu vivienda (o local comercial, si a eso estamos, o incluso la imagen corporativa de tu empresa o negocio) resulta absurdo para la mentalidad de muchas personas. Y sin embargo, también en estos asuntos el riesgo de que haya complicaciones serias es importante. No tengo muy claro por qué, pero ese riesgo no es percibido tan claramente como en otros temas: nadie busca asesoramiento legal en un amigo, a menos que éste tenga la formación adecuada, ni consejo médico a una persona que no sea un profesional sanitario (bueno, esto a veces se hace, pero con temas menores…. y es también arriesgado).
El caso es que, en efecto, el coste de un mal diseño puede ser muuucho más alto que lo que cuesta pagar a un profesional para que haga un proyecto «como Dios manda». Y el precio de vivir en una vivienda mal diseñada se paga a diario (en la comodidad de uso en muchas ocasiones, o en el gasto en iluminación y acondicionamiento, por poner dos ejemplos).
Hofsdtadter, en su famoso libro (fantástico, además….. una lectura recomendable), defiende esta sorprendente hipótesis. En suma, se trata de una visión casi puramente determinista o mecanicista (nunca mejor dicho, puesto que él mismo emplea el adjetivo «mecánico») de la mente humana, y, por estar subsumido en los procesos electro-químico-biológicos de ésta, del acto creativo en sí. ¿Es cierta la afirmación del autor? ¿Es la Arquitectura algo más que un acto mecánico de nuestras neuronas? ¿Es toda obra de arte fruto de simples procesos explicables desde la pura fisiología cerebral? ¿Tienen «alma» las creaciones artísticas? ¿La tiene -o puede tenerla- una obra arquitectónica?
Cada año el Colegio Jesús-María de Murcia organiza la Marcha Solidaria, cuyo objetivo es recaudar fondos para una causa concreta, que se elige para cada edición. No sólo eso, sino que en la propia idiosincrasia del evento está el «movilizar» a la sociedad murciana por, para y hacia la solidaridad, es decir, invitar a la gente a que «se mueva» por una buena causa.
Es un evento que ya se ha institucionalizado en la ciudad de Murcia, pues no en vano lleva, con la celebrada el pasado 22 de febrero, catorce ediciones. Si bien hace unos años se ha realizado la Marcha Solidaria en favor de acciones que se llevaban a cabo en distintos países, como pueden ser Bolivia, Pakistán, Haití, por citar sólo tres, en esta ocasión (al igual que el año pasado), y dada la situación de crisis económica que atravesamos, se decidió colaborar con un proyecto «local», que en última instancia desarrollará Cáritas. En concreto, se buscaba apoyar la creación de una red de tiendas solidarias, en las que se venderá ropa a precios simbólicos, y que favorecerán la inserción laboral de personas en situación (o en riesgo) de exclusión social.
Pues bien, en colaboración con los alumnos organizadores (de primero de Bachillerato), hemos creado el cartel (de 50×70 cm) para esta edición. La intención era crear un diseño que fuera sobrio pero, a la vez, llamativo. Se trataba de hacer notar el evento, reflejar su carácter solidario y, simultáneamente, reflejar que se trata de algo con cierta «solera», institucionalizado en la ciudad de Murcia, como se ha comentado más arriba. Para ello, se han elegido tonos azules y turquesas, y se ha jugado con una imagen fácilmente reconocible en la ciudad (la torre de la catedral) y una única tipografía, muy potente y de buena legibilidad, con distintos pesos según la información que se debía transmitir. Además, la Marcha Solidaria se identifica siempre por el símbolo de la huella de un pie (o varias de ellas), por lo que era un elemento que debía aparecer con un mínimo de relevancia en el diseño. Está presente también el eslogan que los alumnos organizadores habían elegido para esta edición, haciendo referencia al objeto de la Marcha Solidaria de este año (la tienda solidaria). Además del cartel, diseñamos también unas octavillas (A5, doblado en díptico) y una pancarta (6 x 1,5 m).
Vale, te has planteado o te estás planteando reformar tu vivienda. Es una idea genial, hay mucha ilusión puesta en esa decisión, mucha esperanza en el resultado final… a fin de cuentas es tu casa…. pero, ¿sabes?, te enfrentas a todo un reto…. Al principio puede que todo sean dudas: ¿Cómo empiezo? ¿Cómo gestiono todo lo que se me viene encima -que es no es poco-? ¿Merece la pena? ¿Necesito de verdad hacerlo? ¿Quedará bien? ¿Acertaré en el diseño? ¿Tendré suerte con la empresa o empresas constructoras que contrate? ¿Cuánto me va a costar? ¿Quién puede ayudarme? ¿Es más… hay alguien que pueda hacerlo?
Empiezo con este post una serie de artículos en los que iré comentando cuáles son las ventajas que puede ofrecerte contratar a un arquitecto y en qué puede éste ayudarte a la hora de realizar una reforma en tu vivienda (aunque lo que iremos viendo es, en general, aplicable también a otras atuaciones, como puede ser un local comercial, por ejemplo). Hay casos en los que la legislación actual (fundamentalmente la Ley de Ordenación de la Edificación, aunque también entran en juego otras regulaciones) exige que exista un proyecto redactado por un arquitecto, y una dirección facultativa -habitualmente formada por un arquitecto como director de obra más un arquitecto técnico (o aparejador) como director de ejecución-. Veremos más adelante cuáles son esos casos. Pero lo que va a ir apareciendo en esta serie es aplicable también a aquellas reformas que no precisen -al menos por ley- de un proyecto firmado y visado, las que se conocen habitualmente como «obra menor». Evidentemente, no nos vamos a referir a operaciones que consistan exclusivamente en cambiar unos azulejos, o en sustituir unos sanitarios, o en pintar un salón…. Vamos a hablar de actuaciones un poco más complejas (o mucho), que abarquen desde un sencillo cambio de distribución de los espacios de la vivienda hasta una reforma integral, o una ampliación, por ejemplo.
Ya he mencionado anteriormente en este blog que en muchas ocasiones se percibe la figura del arquitecto con connotaciones claramente negativas. Una de ellas es entender que hay que contratarle y pagarle como si de un impuesto o tasa municipal más se tratara a la hora de acometer una obra. En consecuencia, siempre que se pueda, hay que evitar la figura del arquitecto a toda costa, y, si la reforma entra dentro del concepto de «obra menor» -y en ocasiones a pesar de que no entre-, en el pensamiento colectivo está profundamente enraizada la idea de que no hay por qué contar con sus servicios… es más, es mejor no hacerlo (te evitas problemas, ahorras dinero…) . Nuestra opinión es la contraria -obviamente por interés profesional, claro, pero, sinceramente, también porque hemos visto a muchas personas meterse en «berenjenales» tremendos sin un asesoramiento adecuado y, finalmente, pasarlo francamente mal, o, simplemente, obtener unos resultados muy por debajo de sus expectativas. Creemos firmemente que contar con los servicios profesionales de un arquitecto evita problemas e incluso puede suponer un ahorro.
Por ello, en esta serie voy a tratar de explicar todo lo que un arquitecto te puede aportar a la hora de reformar tu vivienda (vale, contarlo «todo» es imposible, dejémoslo en «gran parte»). Dicho de otra manera, intentaré enumerar los servicios que puede ofrecerte un arquitecto en esa situación, qué ventajas -y son muchas- supone contar con él. De esa manera, además, resultará más sencillo entender qué honorarios percibe y en concepto de qué los percibe, así como por qué te merece la pena realizar ese desembolso.
Una última puntualización: el conjunto de servicios que te ofrece el arquitecto serán aquellos que tú le solicites. Te puede ayudar en un aspecto, en dos, en diez, o en todos los que comentaremos en la serie. Dependerá de lo que acuerdes con él -y cobrará en consecuencia, claro-.
Por tanto… permanezcan atentos a este blog…. Seguiremos con la serie pronto :).
Pues es un consejo brutalmente bueno para cualquier arquitecto o, en general, cualquier persona que se dedique al diseño. Pero, además, yo he usado esta frase también para explicar también a los clientes que el momento de cambiar cosas y de tomar decisiones es durante el proceso de proyecto (o de diseño). Cuanto más se piense el diseño, más se detallen las cosas, más se especifique cómo se quieren, mejor, porque en obra se producirán menos errores, improvisaciones, cambios de urgencia o incluso, como advertía Wright, demoliciones. Y es que un proyecto realizado con calma, concienzudamente, deviene en una ejecución más económica, y hasta más saludable para todas las partes implicadas -arquitecto, arquitecto técnico, cliente, constructor….-, porque se reducen las taquicardias, el estrés, el volumen que alcanza la voz de los intervinientes, etc.
En serio: cambiar el sentido de giro de una puerta puede conllevar tener que mover una escalera. Esto es relativamente sencillo en los primeros esquemas de diseño. Se complica cuando los planos ya son más detallados. Es una faena cuando se ha calculado la estructura y se han obtenido los planos correspondientes, además de haber justificado otras cien cosas al respecto de esa puerta y esa escalera en concreto. Se convierte en un despropósito si ya se ha obtenido la licencia. Y alcanza el absurdo más absoluto cuando ya se ha hormigonado la escalera (no digamos ya si se ha ejecutado el peldañeado). Y recordemos que todo era por abrir en un sentido o en otro, o abrir «a derechas» en vez de «a izquierdas».
En resumen: el gran Wright tenía toda la razón del mundo.
I don’t care that they stole my idea… I care that they don’t have any of their own.
(No me preocupa que me hayan robado mi idea… Me preocupa que ellos no tengan ninguna.)
Pues el bueno de Nikola Tesla tenía parte de razón. Probablemente no es la actitud que nos sale a quienes nos movemos en cualquier campo del diseño. El plagio es (y así lo sentimos) un robo, evidentemente. Pero claro, si alguien te roba la idea es porque no es capaz de concebir una suya que sea igual o mejor. Eso podríamos tomarlo en cierta medida como un halago, pero también debería ser preocupante para el cliente que «compra» esa idea fruto de un plagio, es decir, robada. Y esto también debería hacer reflexionar a quien se atribuye ideas (diseños, proyectos, imágenes, libros, hasta artículos científicos) que no son suyas.
No hace mucho comentábamos una famosa cita de Pablo Picasso y allí tratábamos de diferenciar el hecho de «hacer tuya» una idea de otro, es decir, incorporarla a tu pensamiento o a tu trabajo, frente al mero plagio, consistente en atribuirte el mérito del esfuerzo de otro. No sé cuáles son vuestras experiencias con respecto a que te roben ideas (bienvenido será cualquier comentario). A mí me ha pasado y es, cuando menos, frustrante ver tu trabajo ejecutado, publicitado o publicado con la firma de otro, en ocasiones incluso con el conocimiento de quien te ha realizado el encargo.
El esfuerzo invertido en el diseño (del tipo que sea, da igual que hablemos de un proyecto -o anteproyecto- arquitectónico que de un logotipo, un cartel, un mueble…) no está bien valorado. Es trabajo, digámoslo así, «intelectual», y eso no «pesa», no tiene materialidad, excepto por el soporte en el que se presenta al cliente. Dicho de otro modo, no es el objeto final, que, en suma, es lo que interesa. Las ideas no tienen precio, y aquí me refiero, precisamente, a que en muchas ocasiones los clientes no son capaces de asignar un valor económico al esfuerzo invertido.
A veces el plagio es indemostrable. Otras veces, simplemente, no merece la pena -por muchas y diversas razones- el esfuerzo de «pelear» por probar tu autoría. Pero, efectivamente, como decía Tesla, lo preocupante es que quien nos ha plagiado carecía de algo mejor que presentar.
Hay camas realizadas con madera, con metal, con cristal, con piel…. pero también hay ejemplos construidos con cartón. Sí, con cartón corriente -más o menos, vamos-. Es una opción, ¿por qué no? (bueno, se nos pueden ocurrir algunas razones por las que podría no ser buena idea del todo, y varias de ellas incluyen el agua en el razonamiento). Pero hay quien ha diseñado y fabrica camas con cartón, y están a la venta. Vamos a ver unos cuantos ejemplos. Sigue leyendo →
Empiezo con éste una serie de posts en los que iré comentando ejemplos, como dice el propio título, de diseño que nos gusta. Puede ser casi cualquier cosa: diseño gráfico, diseño industrial, mobiliario, interiorismo o, cómo no, arquitectura. Puede ser reciente o de hace décadas. Ya sea algo encontrado por la calle, en una tienda, en una página web, en un catálogo, en un libro o revista, en casa de un amigo…, cualquier cosa cabe si es diseño que nos gusta. Explicaré por qué nos gusta, qué nos ha llamado la atención, o cómo interpretamos el objeto o elemento analizado (coincida o no con la interpretación de los propios autores). Siempre que sea posible, se incluirá la referencia al creador o creadores, y dónde se ha encontrado el ejemplo en cuestión. Sigue leyendo →
Pues, sin duda, es una de las mejores definiciones que se han dado sobre el arte de la tipografía, y una que mueve al diseñador a reflexionar sobre cómo va a plasmar un texto en un diseño concreto, sobre cuál es la «forma visual duradera» que va a tener.
Cargando comentarios...
Usamos cookies para asegurar que te damos la mejor experiencia en nuestra web. Si continúas usando este sitio, asumiremos que estás de acuerdo con ello.Aceptar